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- Guardo presenta "Pueblo de Leyenda", recurso turístico para la promoción de la localidad
Hola guardenses y visitantes, me presentaré. Mi nombre es Bruhjilda y seré la brujita que os mostrará la historia, recursos, relatos y senderos de Guardo. Mis padres me llamaron así en honor a mi abuela materna, bruja milenaria que pervive en cuevas ocultas de estos bosques y que pasa desapercibida adoptando diversas formas; de árbol, zorro, corzo o venado. Mi familia desciende de los cántabros, legendario pueblo Tamárico que pobló estos parajes hace más de dos mil años.
Se dice que nombraron estos lugares de montaña con la palabra Wuard, Tierra de Tormentas, término de origen celta atribuido por el gran número de estos fenómenos que asolaban estas tierras, derivando en el actual nombre de Guardo. En otros tiempos, esta tierra también fue conocida como la Boca de las Alturas, por ser el impresionante mirador de las primeras estribaciones de tan formidable cordillera cántabra.
Soy una brujilla pequeñita, regordeta y muy juguetona. Vivo en los bosques y montes de este bello pueblo de montaña, volando con mi escoba mágica entre los robles centenarios. Me gusta la rica miel, que mis amigas las abejas tan amablemente me ofrecen, aunque también me alimento de bayas, frutos silvestres y setas.
Llevo puesto el vestido tradicional de estas tierras. Se compone de una blusa bordada, cruzado en el pecho, rodao de lana y mandil. Mi sombrero, típico de las brujas, me lo regaló mi abuela, así como los zapatos de punta. Mi cabello es rizado y cobrizo, por mis orígenes germánicos. En él llevo prendidas hojas de roble y bellotas, pues a veces duermo entre estos árboles durante días. La amarillenta flor de la verbena, con la que realizo parte de mis hechizos, nunca me puede faltar, así como la mítica flor de helecho con la que mi familia consigue mantenerse joven durante cientos de años, muy útil para deshacer conjuros y entuertos.
Mi escobita la diseñé sobre un fuerte palo de roble y varias hojas de helecho. Mis cuatro deditos regordetes son el legado de mi padre, un alegre y divertido Gnomo que conoció a mi madre en el Valle San Quirce en una noche mágica de luna llena, mientras se bañaba en un manantial de aguas cristalinas de este bello paraje. Fue un amor a primera vista del que florecí yo, alegre, divertida, pizpireta y un poco bromista. Las leyendas y cuentos que os voy a relatar me las contó mi abuela en las largas noches de invierno, al resguardo de la lumbre, en la cueva donde habito y que debe mantenerse en total secreto.
Abajo, en el valle, viven los mineros y sus descendientes, unos seres muy valientes que arrancaron de las entrañas de los bosques uno de sus más preciados tesoros, el carbón. En su sacrificado trabajo perdieron la salud y algunos hasta la vida, tejiendo para el recuerdo de los tiempos una épica historia de valor, excesos y penurias.
Os enseñaré mil caminos escondidos, los cuales transcurren por los mágicos bosques y lugares encantados donde ocurrieron dichos relatos. Si observáis con cuidado me encontraréis allí, debajo de la fresca sombra del serbal, al lado de un manantial de aguas cristalinas, tomando el sol en una roca, jugando con mis amigos los gnomos, hadas, anjanas o aullando a la luna junto a los lobos. Espero veros pronto y enseñaros mi maravilloso pueblo. Hasta pronto desde “Guardo, pueblo de leyenda.”
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