Guardo

Esta historia se remonta a hace mucho mucho tiempo, justo el día antes de que naciera el niño Jesús. En un castillo enorme en medio del desierto en el que viven nuestros protagonistas, se preparan para hacer un largo viaje en camello para ver al niño Jesús. Esos protagonistas son ni más ni menos que los cuatro reyes magos, y si, lo habéis leído bien los cuatro que son Melchor, Gaspar, Baltasar y Artabán. Cogieron su equipaje y se marcharon para emprender su extenso camino por el desierto en el que Artabán se perdió en el segundo día, él y su camello se quedaron dormidos por el camino y ninguno de sus hermanos se dio cuenta. Artabán intentó seguir el solo pero no conocía el camino por lo que intentó buscar una posada por su cuenta.

Encontró un oasis poblado, allí descanso y pidió ayuda, una señora muy amable le indico por donde tenía que pasar y siguió con su largo viaje. Pasaron días y Artabán llegó al pueblo donde estaba Jesús pero no encontró a sus hermanos, miró por todos los rincones del pueblo, pero no dio con ellos. Tomó una decisión arriesgada y fue a buscarlos por su cuenta, aunque sabía lo que conllevaba esa elección. Busco por todos los rincones del mundo hasta que llegó a una playa, estaba cansado, dolorido y no había comido en semanas así que pensó en relajarse y dormir, la marea se lo tragó y cuando despertó estaba en otro sitio completamente diferente. Ese sitio era América, pero él no lo sabía encontró una tribu que les dio cobijo. Pasaron muchísimos años mientras que Artabán veía como se extinguia poco a poco la tribu, estuvo pensando en cómo él podía ser el único superviviente y mientras que él lo seguía pensando más gente de otros países iba llegando. Alguien encontró su casa y le preguntó:

-¿Qué haces aquí?

-He perdido a todas las personas que me querían-dijo Artabán con lágrimas en los ojos.

-Puedes crear nuevas amistades-dijo con una sonrisa-dijo el hombre.

-No quiero perder a más gente, hacer nuevos amigos no es una opción para mí-dijo Artabán con desgana

-Y si creas una fiesta enorme que todo el mundo recuerde, eso no lo podrás perder-dijo el hombre insistiendo.

-No se, igual lo intentó pero si quiero que dure para siempre en todas las memorias- debe ser la mayor fiesta del mundo.

Así Artabán despejo su mente de todos los malos acontecimientos e intentó completar su objetivo. Empezó haciéndose un traje verde, con un cinturón dorado y un gorro puntiagudo, pensó en contratar a personas de varios pueblos que le ayudarán pero solo accedieron cinco personas. Artabán tenía en mente grandes ideas pero no las iba a poner a cabo con solo cinco personas, lo daba todo por perdido hasta que escucho una leve voz que decía:

 -Has oído la historia de la bebida mágica-dijo una mujer del pueblo.

-Sí, dicen que si la bebes tus deseos se hacen realidad-respondió su compañero.

-Yo he oído que se esconde en el fondo del mar-dijo empezando una disputa entre ellos.

Artabán se dijo a sí mismo, es mi única opción y se marchó a buscar la bebida, en el viaje se encontró varias dificultades aunque nada fuera de lo común, la verdadera dificultad estaba en llegar al fondo del mar. Estuvo un día preparando la forma para entrar y cuando llego al fondo del mar una cueva le abdujo, allí adentro había una gran mesa con un banquete de comida al lado de un cartel en el que ponía:

                     COME TODA LA COMIDA SI LA BEBIDA QUIERES HALLAR

 Era mucha comida pero Artabán estaba dispuesto a hacer lo que sea por cumplir su objetivo, comió tanto que parecía que iba a explotar, su barriga iba creciendo más y más. Entró en otra sala y una voz misteriosa le preguntó:

-¿Qué quieres ser?

Artabán lo pensó bien y le contestó:

-Quiero ser yo mismo

-Entonces puedes pasar-dijo la voz misteriosa.

Artabán vio una bebida que tenía unas palabras en el exterior de ella que ponía coca-cola, se la bebió y de repente su ropa verde cambió a color rojo, mientras que aparecía un trineo con unos renos que estaban flotando. Salió de allí montando en ese trineo y se fue a la superficie, una vez allí volvió al pueblo y medito un rato mientras que pensaba en un nombre para su fiesta, el quería que destacara sobre todos los nombres, el nombre era… NAVIDAD. La fiesta tenía una serie de reglas la primera era que todo el mundo que quisiera participar debería decorar un árbol con cosas preciosas, la segunda regla era tener que llevar comida y bebida y la tercera y última pero no menos importante portarse bien. Supuso que nadie iba a venir a su fiesta por lo que ideó un plan para repartir regalos a todos los pueblos del continente con su trineo, pero primero necesitaria ayuda así que todos los que quisieran ayudar podrían ir con él. Pasó el tiempo hasta que se hizo de noche y había muchos voluntarios en la puerta de su casa, todos ellos se pusieron un traje verde que el mismísimo Artabán había hecho y se montaron en el trineo. Volaron y solo dieron regalos a los que habían seguido sus requisitos y por la mañana todo el mundo verían sus regalos. Artabán nada más despertarse observó por una ventana si los regalos habían servido pero en vez de ver a la gente salir de sus casas y venir a su fiesta simplemente se quedaban disfrutando de sus regalos, Artabán se mosqueó porque quería que la gente fuera feliz. Estaba muy enfadado cuando vio una gran cantidad de sonrisas de niños dirigiéndose hacia él, en ese momento se dio cuenta que ya tenía lo que quería, una gran fiesta en la que todo el mundo fuera feliz y mientras se daba cuenta la voz misteriosa de la cueva de la bebida le dijo:

-Cual es tu deseo.

-Poder celebrar mi fiesta todo los años-respondió sin pensar Artabán.

Y ya no sabemos nada más que vosotros no sepáis.